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La realidad de las iguanas terrestres

La realidad de las iguanas terrestres
Desde hace un par de meses deseaba comentar el caso de las iguanas terrestres introducidas en la isla San Salvador.

En enero del 2019 recibí el boletín de prensa que puntualmente nos envía Rosa León desde la Dirección del Parque Nacional, y que agradezco inmensamente. Esta es una herramienta que nos permite estar informados sobre la investigación y trabajos varios que se llevan a cabo por el bien de la conservación de Galápagos. Los guías de las islas tenemos poco acceso a medios de comunicación e internet, por lo que los mensajes de Rosita por WhatsApp han adquirido gran valor en nuestro trabajo.

La isla San Salvador había perdido por completo su población de iguanas terrestres. El último en reportarlas fue Charles Darwin, en 1835; había tantas, según la descripción de Darwin, que se le hizo difícil armar la tienda de campaña, por la cantidad de madrigueras de iguana que poblaban el suelo de la isla.

San Salvador, también conocida como Santiago o James, tuvo cerdos y chivos introducidos que por más de dos siglos se convirtieron en los depredadores y en competidores que llevaron a las iguanas de esta isla a su extinción.

Por otro lado la isla de Seymour Norte nunca tuvo iguanas, hasta 1934. Las había en la isla del frente, Baltra.

En realidad, no son muchos los sitios de Galápagos con iguanas terrestres, se resumen a siete, Si ignoramos a la recientemente descubierta iguana rosada del volcán Wolf y a Bartolo, la iguana que en 1993 secuestré de Bartolomé, aunque eso es parte de otra historia.
Los ancestros de las iguanas terrestres llegaron a unas pocas islas, permanecieron aisladas en ellas por cientos de miles de años, y eventualmente se convirtieron en especies o subespecies distintas y únicas.

Las iguanas terrestres no nadan, tienen baja capacidad de dispersión entre islas, de ahí su escasa distribución.

Aquí es cuando entra el capitán Allan Hancock en la historia, un millonario de California dedicado a la exploración.

Hancock vino en varias ocasiones al archipiélago, contribuyendo a la ciencia e investigación; sin
embargo, también hizo pequeños experimentos, y jugó con la naturaleza. Introdujo varios pares de iguanas de Baltra a Seymour Norte.

Transcurrieron décadas y la isla de Seymour tenía, para 2018, sobrepoblación de este reptil. Los cactus opuntia ya no abastecían.

"Los ancestros de las iguanas terrestres llegaron a unas pocas islas, permanecieron aisladas en ellas por cientos de miles de años."

Es aquí que la dirección del Parque decide trasladar 1.436 iguanas a Santiago. Es como “matar dos pájaros de un tiro”: se contribuye a la restauración ecológica de Santiago y se da un respiro a la población de iguanas de Seymour.

Los chivos y cerdos que los balleneros introdujeran a Santiago fueron erradicados hace más de una década por la Dirección del Parque Nacional. Pero la isla necesita herbívoros que contribuyan a su equilibrio ecológico.

Y ese es el rol que las nuevas iguanas cumplirán en su reciente hogar. Originarias de Baltra, hicieron de Seymour su segunda residencia y ahora, en San Salvador, cumplirán un papel justo y necesario. Confío en que disfruten de este vasto territorio por explorar y donde establecerse.

Fuente: El Universo - Paula Tagle

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